Désert Suave de Liquides Imaginaires es como un espejismo que sí existe. Un perfume que huele a calma, a aventura, a historias que se escriben al calor del sol y bajo la sombra fresca de una palmera imaginaria.

Un viento cálido cruza el desierto al atardecer. No quema, acaricia. Huele a especias, a dulzor seco, a la promesa de algo mágico. Una fragancia que empieza con cardamomo y mandarina, chispeante pero suave, como una bienvenida delicada. Luego llega el corazón: azahar, rosa y dátiles. Sí, dátiles. Jugosos, misteriosos, dulces sin empalagar. Y al final, el alma de este perfume: semillas de sésamo tostadas y madera de cedro, cálida y terrosa como la arena que ha guardado el sol todo el día.

Inspirado en el oasis más bello que puedas soñar —ese que aparece justo cuando creías que no podías más—, esta fragancia es un homenaje a los contrastes: el calor de la arena, el frescor de la noche, la dulzura de una fruta madura, la caricia floral de la flor de azahar. Todo cabe aquí.

¿A qué huele?

Salida: cardamomo, mandarina y clavo. Una bienvenida cálida y especiada, pero luminosa.

Corazón: flor de azahar, rosa y dátiles. Jugosa, floral, y con un punto exótico que engancha.

Fondo: cedro, semillas de sésamo tostado y cistus. Madera suave, resina dorada y un susurro de sol poniente.

Familia: afrutada y especiada.

Este producto no admite cambios ni devoluciones.

Esta es una foto de Etat Libre d'Orange.

Lo tienes en 100ml, para que te dure y te dure (y cuando se acabe, lo eches de menos) y también en 50ml.
Aplícalo en cuello, muñecas, detrás de las orejas... o donde tú quieras dejar tu estela. No necesita presentación, pero vaya si deja huella.

Este producto no admite cambios ni devoluciones.

Alcohol denat, fragrance (parfum), water (aqua), benzyl salicylate, d—limonene
farnesol, alpha—isomethyl ionone, linalool, geraniol, benzyl alcohol, citronellol, benzyl benzoate, isoeugenol.

Liquides Imaginaires es el lugar donde los perfumes no solo huelen… cuentan cosas. Hay perfumes que te gustan. Hay perfumes que te representan.
Y luego están los de Liquides Imaginaires: perfumes que te transportan, te transforman, y te cuentan una historia distinta cada vez que los llevas.

Esta casa francesa no nació para seguir modas, sino para volver al principio de todo: al origen sagrado del perfume. A ese momento mágico donde el humo subía al cielo en forma de ofrenda, y los aromas eran puentes entre el cuerpo y el alma. Philippe di Méo, su creador, no es solo un perfumista. Es un narrador de mundos invisibles. Antes de nacer un perfume, nace una historia. Una emoción. Un mito. Y sobre eso se construye todo lo demás.

Sus frascos, por ejemplo, no son simples frascos: son pequeñas ánforas contemporáneas inspiradas en las que usaban los egipcios para guardar sus elixires más sagrados. La tapa es una promesa de viaje, un talismán, un guiño al pasado y una invitación al misterio.

Y sus perfumes… ay, sus perfumes. Son intensos, llenos de matices y contrastes. Como el amor. Como la vida. Están divididos en trilogías —porque nada aquí es al azar— y cada una tiene su propio universo: lo sagrado, lo carnal, lo onírico, lo que no se ve pero se siente. El símbolo de la marca, esa especie de M mágica, es en realidad una llave. Una que abre la puerta a un mundo lleno de aromas, emociones y cosas que no sabías que podías oler hasta que las oliste.

Liquides Imaginaires no es para cualquiera. Es para los que buscan más allá de lo evidente. Para quienes entienden que un perfume puede ser también un ritual, un escudo, una caricia o un recuerdo escondido. Un advertencia: una vez entras en su mundo… ya no hay vuelta atrás.